¿En qué momento te apoderaste en plenitud de mi ser?
¿En qué momento comenzaste a ser el único?
Porque ahora sólo siento que contigo mi sangre fluye, caliente y jovial.
Eres sonrisas e inocencia. Y me encanta.
Y quiero otra vez, y otra más, en este mismo lugar. Pero sólo contigo.
Caímos en gracia sin darnos cuenta, la soledad nos unió.
Y aunque en un principio la original historia decía una cosa, la ilusión del juego en nuestras mentes la distorsionó.
Creímos que las flores tenían poderes y sería fácil volver una y otra vez. Sin remordimientos.
¿Cómo decirte que para mí la maldición se volvió una dicha?
¿Cómo explicar? Que te amo hasta no poder hablar.
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