A veces olvido mencionar tu nombre, a veces olvido que debería estar sufriendo, no entiendo por qué no estoy sufriendo, por qué no está doliendo como debería estarlo, por qué no estoy en el suelo llorando por culpa.
Caí en tu opinión, me tendiste trampas al comenzar a formar fronteras al rededor de mi libertad, delimitandola; sabiendo que mi alma es libre... que corre por los campos frondosos cual caballo en galope feroz.
Ahora con la cabeza fría, ya no siento culpa, no era más que tiempo para que llegara el termino de lo nuestro, fue tierno mientras duró.
Pero hay algo que sí cala profundo en mi sien, el remordimiento de haber alejado a toda tu gente, de verdad los quería, los quiero. Los extraño, extraño las reuniones familiares, su compañía, sus juegos, su comida, sus cariños, su atención, su consideración, sus viajes, sus preocupaciones, sus locuras, sus crisis, sus secretos, su confianza, su apego, su amor.
No creo encontrar otra familia que ma acoja con tal apertura y siento tristeza, porque realmente todo es único, todo es en un instante presente, los quiero de vuelta en mi vida, regrésamelos.
A ti también te extraño, tu amistad, esa relación de confianza, repetirnos las cosas que hicimos, nuestras inquietudes, el contar con el otro, hacerlo parte de nuestra propia vida, integrarlo, saber que eres necesaria, que la vida con o sin ti no es igual en ningún caso.
¿Qué dijiste? ¿Dijiste que tú también me extrañas?
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