28/9/10
24/9/10
valores a seguir
Si siempre he predicado una lista de valores a seguir, éticas & formas de vida...
una simetría en equilibrio...¿seria hipócrita si por una vez me salgo de la vereda a la excelencia?
Cuando suponía ya expirado el precio de pecados anteriores;
se le suman nuevos.
Porque un pensamiento racional tiene que ser más fuerte que uno emocional. Y si creo haber hecho todo según mi ley... ¿por qué me siento así?
Se me nubla la vista y el ardor del rostro escarlata hace juego con el temblor de mis rodillas;
& una cabeza inclinada por el peso de la vergüenza insiste en mostrarse al mundo; quiere que la miren fijamente y la apunten con el dedo... no le importa nada más.
Solo quiere alivianar la culpa.
una simetría en equilibrio...¿seria hipócrita si por una vez me salgo de la vereda a la excelencia?
Cuando suponía ya expirado el precio de pecados anteriores;
se le suman nuevos.
Porque un pensamiento racional tiene que ser más fuerte que uno emocional. Y si creo haber hecho todo según mi ley... ¿por qué me siento así?
Se me nubla la vista y el ardor del rostro escarlata hace juego con el temblor de mis rodillas;
& una cabeza inclinada por el peso de la vergüenza insiste en mostrarse al mundo; quiere que la miren fijamente y la apunten con el dedo... no le importa nada más.
Solo quiere alivianar la culpa.
23/9/10
el daño
creación expresiva
Si tan solo tuvieras la valentía de terminarlo todo, de decir lo que realmente sientes; sin miedos.
Sin miedo a dañar. Porque el mayor daño a causar, no son las verdades atadas a puñales que atraviesan el cuerpo... haciendo un agujero certero en la carne, causando una punzada de dolor.
El verdadero dolor se proporciona con mentiras o verdades a medias, ocultando información... que van pudriéndote a ti mismo, y elevan al contrario en una atmósfera de confianza a lo más alto del cielo...
construyéndole ensueños floreados,
cánticos entonados,
suspiros de gloria.
Si tan solo tuvieras la valentía de terminarlo todo, de decir lo que realmente sientes; sin miedos.
Sin miedo a dañar. Porque el mayor daño a causar, no son las verdades atadas a puñales que atraviesan el cuerpo... haciendo un agujero certero en la carne, causando una punzada de dolor.
El verdadero dolor se proporciona con mentiras o verdades a medias, ocultando información... que van pudriéndote a ti mismo, y elevan al contrario en una atmósfera de confianza a lo más alto del cielo...
construyéndole ensueños floreados,
cánticos entonados,
suspiros de gloria.
17/9/10
fascismo digital
Bienvenidos al
fascismo digital.
Mientras escribo estas lineas suena un disco. Sí, un CD. Esas cosas que tienen caja, un librito con fotos y letras de las canciones; que se pueden tomar con las manos, se venden en tiendas y se guardan en un estante. El que suena ahora es de Antony and the Johnsons, se llama I am a bird now y viene con un precioso booklet (el librito) con imágenes y detalles de la grabación. Lo compré en Sonar, una tienda del Paseo Las Palmas en Providencia, que tiene una excelente selección y no alcanza a medir 30 metros cuadrados. Si no encuentro lo que busco en ese lugar, cruzo a Respect, en el Portal Lyon, otra boutique de poco metraje y buen ojo musical; o camino media cuadra hasta Funtracks, en Nueva de Lyon.
Son las pocas opciones que van quedando en Santiago [& aquí en Concepción?] para un melómano que ama comprar música, que siente que invierte en placer y cultura. Que disfruta caminar, rodearse de gente, tomarse un café entremedio, socializando, mirando, oliendo y escarbando discos en los atriles. Digo que es lo que queda, porque ya no existe Fusión ni Billboard ni Spec ni Musimundo, la tienda B Music que estaba en Suecia cerró hace poco [que sorpresa tan trágica cuando fui a la tienda en el Mall y ya no estaba... & me gustaba tanto] y antes lo hizo Nextime Records, en esa misma calle.
El mercado de lo análogo, de lo tangible, está en crisis. Y para un hombre [o mujer] de 40 años [o de nuestra edad] que desde su adolescencia [o niñez] aprendió a coleccionar discos, libros, revistas, es decir, todas esas cosas que tienen peso y volumen y que apasionan por su contenido al igual que por su aspecto, duele el fin de un modelo que trajo tanta felicidad.
Es cierto que la industria discográfica es muy responsable de su destino, es verdad también que bajar música o descargar un libro en un eBook es mucho más ecológico que comprar la alternativa material, y hasta entiendo que eso permite pagar menos, pero hay cosas que no se pueden reemplazar. Por ejemplo, permanecer cinco horas en una disquería sin tener conciencia del tiempo, hasta que la espalda y las piernas obligan a descansar. Eso era algo que se podía hacer en las Virgin Megastore de Union Square y Times Square en Nueva York, que ya no existen.
Desaparecieron. Eran tiendas de miles y miles de metros cuadrados que tenían miles y miles de discos, libros, cómics, DVD y todo lo que se asocia con cultura pop. Te cansabas y entonces había un café para leer todo lo que quisieras. Subías y bajabas escaleras y todo te conducía a la felicidad. Daba lo mismo si comprabas: lo que podrías aprender un día en esas tiendas oyendo, hojeando, mirando y viendo era impagable.
Pasó lo mismo con la cadena Tower Records, que llegó a tener sucursal en Argentina en la época del cambio 1:1: ya no está. Quebró. Murió. Los que conocieron su maravillosa sucursal del Soho, en plena Broadway, sabrán que difícilmente vuelva a existir una disquería con más onda. Pero la demolición no se conforma con las disquerías. La cadena norteamericana de librerías Barnes & Noble está en venta, y no exactamente por sus buenos resultados, mientras Amazon.com, que será muy eficiente, pero no es más que un frío y etéreo sitio web, nada en plata. Y hay más, Blockbuster está al borde de la quiebra, pues la gente ya no va a arrendar películas. Para qué: lo hacen con el botón del control remoto [también se pueden ver on-line].
Es el fascismo digital con letras mayúsculas: todo lo que puedas hacer con tu teclado o algún aparato electrónico reemplaza a esa necesaria y exquisita sensación de bucear en el mundo real, de usar el tacto, la vista y el olfato para conocer y recorrer y navegar (pero con los pies, no con los dedos). Me deprimo. Me bajoneo. Porque es mi hobbie número uno, una parte de mi trabajo y un trozo de mi esencia. Me siento huérfano en un mundo virtualizado hasta lo inalcanzable, que roba placeres para transformarlos en clicks, en descargas, es ripeos, copias y almacenamientos. Maldita sea.
fascismo digital.
Mientras escribo estas lineas suena un disco. Sí, un CD. Esas cosas que tienen caja, un librito con fotos y letras de las canciones; que se pueden tomar con las manos, se venden en tiendas y se guardan en un estante. El que suena ahora es de Antony and the Johnsons, se llama I am a bird now y viene con un precioso booklet (el librito) con imágenes y detalles de la grabación. Lo compré en Sonar, una tienda del Paseo Las Palmas en Providencia, que tiene una excelente selección y no alcanza a medir 30 metros cuadrados. Si no encuentro lo que busco en ese lugar, cruzo a Respect, en el Portal Lyon, otra boutique de poco metraje y buen ojo musical; o camino media cuadra hasta Funtracks, en Nueva de Lyon.
Son las pocas opciones que van quedando en Santiago [& aquí en Concepción?] para un melómano que ama comprar música, que siente que invierte en placer y cultura. Que disfruta caminar, rodearse de gente, tomarse un café entremedio, socializando, mirando, oliendo y escarbando discos en los atriles. Digo que es lo que queda, porque ya no existe Fusión ni Billboard ni Spec ni Musimundo, la tienda B Music que estaba en Suecia cerró hace poco [que sorpresa tan trágica cuando fui a la tienda en el Mall y ya no estaba... & me gustaba tanto] y antes lo hizo Nextime Records, en esa misma calle.
El mercado de lo análogo, de lo tangible, está en crisis. Y para un hombre [o mujer] de 40 años [o de nuestra edad] que desde su adolescencia [o niñez] aprendió a coleccionar discos, libros, revistas, es decir, todas esas cosas que tienen peso y volumen y que apasionan por su contenido al igual que por su aspecto, duele el fin de un modelo que trajo tanta felicidad.
Es cierto que la industria discográfica es muy responsable de su destino, es verdad también que bajar música o descargar un libro en un eBook es mucho más ecológico que comprar la alternativa material, y hasta entiendo que eso permite pagar menos, pero hay cosas que no se pueden reemplazar. Por ejemplo, permanecer cinco horas en una disquería sin tener conciencia del tiempo, hasta que la espalda y las piernas obligan a descansar. Eso era algo que se podía hacer en las Virgin Megastore de Union Square y Times Square en Nueva York, que ya no existen.
Desaparecieron. Eran tiendas de miles y miles de metros cuadrados que tenían miles y miles de discos, libros, cómics, DVD y todo lo que se asocia con cultura pop. Te cansabas y entonces había un café para leer todo lo que quisieras. Subías y bajabas escaleras y todo te conducía a la felicidad. Daba lo mismo si comprabas: lo que podrías aprender un día en esas tiendas oyendo, hojeando, mirando y viendo era impagable.
Pasó lo mismo con la cadena Tower Records, que llegó a tener sucursal en Argentina en la época del cambio 1:1: ya no está. Quebró. Murió. Los que conocieron su maravillosa sucursal del Soho, en plena Broadway, sabrán que difícilmente vuelva a existir una disquería con más onda. Pero la demolición no se conforma con las disquerías. La cadena norteamericana de librerías Barnes & Noble está en venta, y no exactamente por sus buenos resultados, mientras Amazon.com, que será muy eficiente, pero no es más que un frío y etéreo sitio web, nada en plata. Y hay más, Blockbuster está al borde de la quiebra, pues la gente ya no va a arrendar películas. Para qué: lo hacen con el botón del control remoto [también se pueden ver on-line].
Es el fascismo digital con letras mayúsculas: todo lo que puedas hacer con tu teclado o algún aparato electrónico reemplaza a esa necesaria y exquisita sensación de bucear en el mundo real, de usar el tacto, la vista y el olfato para conocer y recorrer y navegar (pero con los pies, no con los dedos). Me deprimo. Me bajoneo. Porque es mi hobbie número uno, una parte de mi trabajo y un trozo de mi esencia. Me siento huérfano en un mundo virtualizado hasta lo inalcanzable, que roba placeres para transformarlos en clicks, en descargas, es ripeos, copias y almacenamientos. Maldita sea.
PorRodrigo Guendelman
Periodista y MBA, conductor en radio Zero.
no pienses por mí
"¿Ves los peces nadar allí? Realmente están disfrutando", comentó el filósofo. Pero su amigo replicó: "Tú no eres un pez, así que no puedes saber si realmente están disfrutando". Entonces, el filósofo respondió: "Tú no eres yo. Así que ¿cómo sabes que yo no sé que los peces están disfrutando?"
8/9/10
burbujas de sensaciones
4th June - one more angel in heaven, one more star in the sky, originalmente cargada por *superhoop*.
futuro que se expande
El sentido de la realidad se limpia mediante avanzan los días, las emociones que salen a flote se apilan como burbujas sopladas al viento por un niño. No tienen a donde ir, y por lo mismo flotan en los pensamientos que van y vienen sobre una misma escena.
Camino a través de las gotas de lluvia, o entre la brisa de un día de sol... la brisa de las olas mueve los finos cabellos oscuros y los descansa en el rostro; queriendo hacerlos partícipe de algo.
Tengo una esperanza sembrada en mi pecho; solo espero el día en el que florezca.
Sin darme cuenta el mundo alrededor mio ha comenzado a colapsar inocentemente. ¿Que habrá mas allá de eso?¿Podré llegar a ver?
Aún tengo que saber qué es lo que está ahí.
El futuro interminable de todas las cosas que aún no se, simplemente se expande ante mí, con el mayor ruido posible.
Camino a través de las gotas de lluvia, o entre la brisa de un día de sol... la brisa de las olas mueve los finos cabellos oscuros y los descansa en el rostro; queriendo hacerlos partícipe de algo.
Tengo una esperanza sembrada en mi pecho; solo espero el día en el que florezca.
Sin darme cuenta el mundo alrededor mio ha comenzado a colapsar inocentemente. ¿Que habrá mas allá de eso?¿Podré llegar a ver?
Aún tengo que saber qué es lo que está ahí.
El futuro interminable de todas las cosas que aún no se, simplemente se expande ante mí, con el mayor ruido posible.
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