27/8/10

déficit intencional

- Esta niñita tiene un problema de aprendizaje - dijo el profesor. Y la mamá la llevó a un especialista. Corría la década del 30, el déficit atencional no se había inventado, así que la gente no sabía que podía tener eso.
Las respuestas de su mamá a las preguntas del doctor rebotaban entre las paredes revestidas en roble del consultorio, mientras nuestra niñita, inquieta, que se retrasaba con sus tareas y sufría el bajo rendimiento de su escolaridad, movía impacientemente sus rodillas y revoleaba los ojitos escrutándolo todo.
- Después de haber escuchado todo lo que tu mamá me contó, necesito hablar con ella en privado. Quédate aquí, volvemos enseguida - le dijo el doctor.
Y la dejaron sola.
Antes de salir de la habitación, el doctor encendió la radio que tenía sobre su escritorio. Dejó la puerta entreabierta y le dijo a la madre: -Esperemos un momento y observémosla.
A partir del instante en el que la pequeña quedó sola, empezó a bailar. Envuelta en lo que la radio le ofrecía, comenzó a moverse al ritmo de la música y desaparecieron las pesadas paredes de roble.
Después de haber presenciado la escena desde fuera, el doctor se volvió hacia la madre y le dijo: -Señora, su hija no está enferma. Su hija es bailarina.
La niñita se llamaba Gillian Lynne, hoy tiene 84 años y ha sido una de las más destacadas bailarinas, coreógrafas y directoras británicas. Da lo mismo su éxito. Fue feliz, con eso alcanza.
Conocí esta historia en la TED de Sir Ken Robinson, autor inglés cuyo título nobiliario no es una rancia cucarda heredada, sino que deriva de sus aportes (teoría y acción) en el campo de la educación.
Comentando este episodio, la misma Gillian contaba que cuando su mamá la llevó a la escuela de danza pudo ver, plena de entusiasmo, que había muchos más como ella: "Gente que necesitaba moverse para pensar". Potente.
No soy un especialista en educación, pero, por mi inquietud y deformación profesional, puede decirse que he buceado en la creatividad. Y si hay algo de lo que puedo dar fe es que el sistema no ayuda.
Picasso decía que todos nacemos artistas y lo vamos perdiendo en el camino. La creatividad es una combinación inexplicable entre intuición y capacidad asociativa. El cerebro funciona así, es interactividad en estado puro. Y nosotros, los adultos, vamos pisando esas conexiones como si fueran hormiguitas. Eligiendo por los niños con una prepotencia utilitarista, priorizando nuestra interpretación de lo que ellos necesitan para desenvolverse en un mundo que arrogantemente pretendemos conocer.
Así vamos extrayendo su capacidad de sorpresa, de asociación, de expresión, creando los pequeños autómatas de The Wall. O como en el cuento de Daudet, "El hombre del Cerebro de oro", al que todos le van sacando un poquito hasta secarlo.
El déficit atencional es nuestro. Les prestamos un poco y nada de atención a los chicos. Nos enfocamos en mediciones y resultados formateados: señores, somos los reyes del múltiple choice.  ¿Qué capacidad de pensar ideas propias pueden tener los chicos si no hay articulación, asociación, redacción, elaboración?
Repetimos un modelo social y cultural sin cuestionamientos. Y mientras pretendemos encastrar los pentágonos y los hexágonos dentro de un cuadrado, nos estamos perdiendo de inteligencias. ¿No funcionales al sistema? ¿Según quién?
Se los etiqueta: problemáticos, underachievers. Lo que me hace recordar que a Einstein le iba tan mal en el colegio que sus papás pensaron que tenía retardo. Sí, Einstein.
Probablemente hoy, igual que a Gillian, le hubieran dado una pastillita y listo, de vuelta pa' la casa.


PorMartín Vinacur
Publicista de Aldea Santiago.

1 comentario:

  1. Toda la gente y la sociedad en sí, está creída que lo "lógico-matemático" es la inteligencia del mundo. El arte también es parte de ello, y hay quienes tienen eso muy bien desarrollado. Leer eso, me recordó que no me gusta para nada el arte de Picasso D:

    Me gusta tu blog, Maite. :)

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