22/8/10

en tu lugar

Me pongo en tu lugar.

"Alguien dijo que la tolerancia no era suficiente, que lo que valía era el respeto. Me parece que el respeto es tibio y que la única vía es que yo sea tú y tú seas yo".

Soy un chileno de apellido Gonzáles y Tapia. Tuve buenas notas, estudié hasta que me dolieron los ojos, cumplo mis deberes y me pongo metas altas. Pero intuyo que algo pasa en las entrevistas de trabajo. No sé si es mi pelo, mi forma de hablar, mi teléfono fijo o mi nombre. Pero estoy seguro de que el problema no está relacionado con mis capacidades. Alguien dijo por ahí una palabra en inglés que no entendí: "Es el network, estúpido".
Soy mujer. He sido humillada debido a mi condición, a mi género, por los siglos de los siglos. Gano menos, trabajo el doble, me cuesta mucho más que me contraten, debo ser buena madre, profesional, amante, esposa, hija, nuera y amiga.
Soy homosexual. Siempre tuve que esconder mis deseos, mi naturaleza y mis sentimientos. Ahora que me atreví a expresar lo que forma parte de mi cuerpo y mi alma desde que nací, debo soportar a tantos señores tratándome a mí y a mis pares con adjetivos que duelen, que afectan la dignidad.
Soy peruano. Me vine como inmigrante a buscar mejores condiciones para mi familia, pero, a cada rato, me recuerdan que soy distinto, cuando en realidad encuentro que nos vemos todos tan parecidos.
Soy un adolescente que cursa segundo medio en un colegio municipal. Mis profesores no tuvieron que dar la Prueba de Aptitud ni la PSU para estudiar. No entiendo lo que me explican, porque ellos no saben lo que dicen que entienden. Creo que mi única oportunidad en la vida es ser profesor, para ganar un sueldo sin haber aprendido.
Soy estudiante de una universidad. Supe que este año seremos miles los que vamos a egresar de esta carrera de tiza y papel. Y leí que la demanda por este oficio no llega ni al 30%. Pienso que fue una mala idea que mis papás se endeudaran de por vida para que yo me convirtiera en un cesante con cartón.
Soy una chica guapa y voluptuosa. No entiendo por qué siempre me recalcaron que debía disimular la curvatura de mi cuerpo, que eso era sinónimo de ser señorita. Veo que los hombres musculosos que van al gimnasio se ponen camisas ajustadas y nadie los indica con el dedo. Pero si yo uso escote, si mi pantalón es ajustado, eso es sinónimo inmediato de seductora, de ardiente, de símbolo de algo que no quiero simbolizar.
Soy alumno de un instituto técnico. Voy en segundo año de la carrera de Refrigeración. Mis amigos del barrio se ríen de mí, porque encuentran rasca ser técnico en vez de ser profesional. Estoy seguro de que mi decisión es buena. Mucho mejor que la de ellos. Pero me frustra que cualquier cosa que en este país no sea norma, le dé derecho a la gente para humillarte.
Soy extranjero. Llevo algunos meses viviendo aquí. Todavía no logro dilucidar porqué las personas, apenas me conocen, me preguntan por mi vida privada. Que si pololeo, que si estoy casado, que cuántos hijos, que por qué tan pocos, que cuándo el próximo. En mi país de origen, algunas de esas preguntas, si me las hicieran en la oficina, podrían ser motivo de despido.
Muchas veces, lo que podría entenderse como cálido u hospitalario, se transforma en mala educación, en chismorreo puro, en el primer paso para el compadrazo y la subvaloración de las cualidades.
No creo que haya otra manera de cambiar el statu quo. O yo me pongo en tu lugar y tú en el mío, o no hay mejora posible. O te defiendo camiseteado y tú haces flamear mi bandera, o no vamos a ningún lado. Alguien dijo que la tolerancia no era suficiente, que lo que valía era el respeto. Me parece que el respeto es tibio y que la única vía es que yo sea tú y que tú seas yo. Que nos defendamos, nos apoyemos, nos cuidemos la espalda, como uno solo. Si somos muchos los que desde hoy empezamos a decir "soy mujer", "soy gay", " soy extranjero o " soy estudiante sin oportunidades", entonces nos van a escuchar. Y nos van a dar el lugar que nos merecemos.

PorRodrigo Guendelman
Periodista y MBA, conductor en radio Zero.

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