18/8/10

que cueste

creación expresiva

Cabalgando hacia un nuevo lugar.
Andando entre caminos rocosos, bosques frondosos. Barro. Agua.
Agua a la distancia... un río ancho y profundo. Pero eso aún ella no lo sabe.
Sigue avanzando, a cuestas sobre el caballo; intentando mojarse lo menos posible. ¿Podrá lograrlo?
Llega a un punto donde la refrescante agua toca parte de su cálida piel en el abdomen... sigue adelante, pensando que podrá; y lo hará sin esforzarse mucho. Da las gracias por ser tan afortunada... pero el caballo comienza a hundirse y asustado al resbalar sus patas relincha y rampando intenta retroceder.
¿Qué hacer? Piensa ladeando la cabeza. Un poco desilucionada de que no podrá pasar facilmente. ¿Qué hacer? Ella esperaba no tener que hacer mucho. ¿Y si mejor no cruza? No llegaría a ese nuevo lugar pero ¿qué importa? Podría ir a otros lugares, quizás no nuevos pero serían algo seguro. Mejor olvidar su sueño y regresar. Pero es su sueño... no, no puede quedarse así.
Tiene que llegar a ese nuevo lugar. Es su destino. Así que entiende que su única opción es cruzarlo sola; la corriente no es mucha... en realidad todo está en completa tranquilidad, casi sin movimiento, como un paisaje pintado en un cuadro. Debe nadar. Quizás es mucho o talvés poco. Valiente se lanza al agua y comienza confiada; brazada tras brazada, respiración acompasada. Pero a cada distancia dominada se le suma aún más dificultad... agua cada vez más fría, cada vez más densa y la ropa mojada se le suma al peso. Inspiración y espiración pierden ritmo y se siente obligada a tragar bocanadas de aire a la vez que incómodos jadeos se apoderan de su habla. Y cuando piensa que ya no puede más una determinación desconocida le da fuerzas para finalmente llegar a la otra orilla.
Cansada y sin aliento se arodilla exhausta...
Ya más recuperada admira su entorno, un paisaje hermoso y divino, un paraiso soñado, sus aspiraciones logradas, paz y tranquilidad. Se remueve intranquila pensando en qué habría pasado si no hubiera cruzado; no tendría la dicha de  haber conocido aquel lugar. Gira el rostro sobre su hombro y observa. Sus labios se curvan satisfechos.
Ahí se dió cuenta de que en aquel momento nadie la podía ayudar, porque era algo únicamente para ella. Si quería algo debía hacerlo ella misma. Nadie nunca dará el mismo esfuerzo que uno da cuando se trata de algo para uno, algo que se quiere. Y aquel esfuerzo hecho valdrá totalmente la pena.
Ella agradece haberlo dado.

Pensar que me costó todo este tiempo entender algo tan simple... ¿será tarde ya? 
Realmente no me importa si ya es tarde... aun así me esforzaré.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aquí: